domingo, 29 de noviembre de 2009

LA MIRADA

LA MIRADA

No es lo mismo ver y mirar, y en estos tiempos no es fácil aprender a mirar. Son muchas las causas y diversos los factores que intervienen tanto remota como próximamente, pero algunas veces es porque la valoración de la realidad es pobre, por falta de profundidad o de criterios, otras porque es distorsionada al ser teñida con la tonalidad de los propios sentimientos o por experiencias pasadas, y otras sencillamente porque no nos fijamos adecuadamente. Sin embargo, en un mundo de prisas, de cambios tan acelerados, de estímulos tan fugaces como vacíos, se hace muy necesario aprender a mirar, y aprender a encontrarnos con una mirada afectuosa, limpia, sincera.
Las miradas son reveladoras porque los ojos son las ventanas del alma, existen varios tipos de miradas: Existen miradas con brillo -con la pupila chispeante- y miradas apagadas; miradas alegres y miradas tristes -retraídas-; miradas inocentes, como la de un niño, y miradas turbias -como la de un asesino-. Existen miradas sencillas-transparentes- y miradas esquivas, inquisidoras -complicadas- ; miradas sinceras y miradas falsas -postizas-; existen miradas condenatorias -como la de algunas jueces- y miradas comprensivas; miradas profundas -penetrantes- y miradas superficiales -estúpidas-. Y como toda mirada conlleva valoración, hay miradas en que esta apreciación se hace patente: hay miradas cariñosas y miradas de odio, miradas humildes y miradas altaneras, miradas tiernas y miradas frías, miradas acogedoras y miradas indiferentes, miradas posesivas y miradas respetuosas. También existen miradas fervorosas, de adoración, como las que un hombre dirige a su Dios.http://docs.google.com/Doc?docid=0AbPOyjZbSGaCZGZjYmtic3pfNGRiaG1od2dx&hl=en

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